Estoy aquí, en el sillón donde hicimos el amor, y tu olor no se ha ido de mi casa, no se ha esfumado ni el más mínimo recuerdo.
Estoy aquí, en el sillón donde jugamos con crema de leche y alcohol, aquí donde Eros y Tanatos se amalgaman para dejarnos en un libre albedrío digno de un Edén.
Estoy aquí, en el mismo sillón dónde te dije que te amaba y no escuchaste porque lo dije casi como un suspiro, tímido y trémulo, que se perdía en el aire de la sala.
Estoy aquí mismo, recordando esa noche y amándote nuevamente aún cuando ya no volverás.
Aquí, desde el otoño de mi ocaso, cuando se marchitan las ganas y aún así brotan dando un último suspiro por recordar, aquí mismo en este sillón.
Miguel Ortiz
10 de octubre de 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario